¿Y si un día se agotara la madera?

Medio Ambiente
Publicado el 02-07-2025

Cómo la ciencia chilena está protegiendo la sostenibilidad de los bosques productivos

¿Qué pasaría si dejáramos de tener madera para construir nuestras casas, fabricar muebles o incluso papel y cartones? ¿Qué ocurriría si se frenara el desarrollo de fibras textiles de origen forestal, una alternativa cada vez más valorada por la industria de la moda sustentable? La respuesta parece sacada de un mal sueño: sin recursos forestales renovables peligraría gran parte de la infraestructura básica de nuestras vidas cotidianas.

Detrás de esta amenaza silenciosa está el impacto creciente del cambio climático. Con menos lluvias, más olas de calor, heladas extremas y la aparición de nuevas plagas, las especies forestales enfrentan desafíos inéditos. Pero en la región del Biobío, una alianza entre la Universidad de Concepción (UdeC) y ARAUCO busca anticiparse a ese escenario. Se trata de una plataforma pionera de ingeniería genética forestal, impulsada por el Centro de Biotecnología de la UdeC y Bioforest, el centro de I+D de la compañía forestal.

Para la Dra. Rosario Castillo, directora del Centro de Biotecnología, esta colaboración no es nueva, llevan trabajando desde hace más de 20 años con ARAUCO, pero sí es decisiva: “Desde su creación en 2005, el laboratorio de genómica forestal ha trabajado con grandes empresas, pero siempre con un mismo norte: investigación aplicada. Buscamos que la ciencia que hacemos tenga impacto en la sociedad, en la región, en el país”, afirma.

La investigadora recuerda cómo, durante los últimos años, el foco se ha desplazado hacia la sustentabilidad, la economía circular y la búsqueda de soluciones que tengan menor impacto ambiental. “Hoy no sólo queremos entender los genes de un árbol, queremos que ese conocimiento se traduzca en variedades más resilientes, que puedan crecer en zonas con menos agua o soportar enfermedades sin perder productividad”.

Desde la vereda de la industria, Sebastián Mandiola, gerente de Bioforest, lo resume con claridad: “Nuestro compromiso es que sigamos teniendo especies forestales en la tierra por muchas décadas más. No basta con plantar un bosque y cosecharlo. Queremos asegurarnos de que ese bosque pueda regenerarse y adaptarse a un clima cambiante”.

Mirada de largo plazo

Mandiola destaca que uno de los aportes más importantes de ARAUCO es justamente el puente entre la investigación y la realidad productiva. “Traemos la demanda concreta, la necesidad de tener árboles que resistan la sequía o las heladas, y lo hacemos invirtiendo a muy largo plazo. Un proyecto forestal puede tardar 20 años en mostrar resultados, y pocas empresas están dispuestas a sostener eso. ARAUCO sí”.

A esa visión se suma Claudio Balocchi, líder de investigación forestal en Bioforest, quien entrega una mirada experta: “Hoy ARAUCO es líder mundial en genética de pinos. Somos prácticamente la única empresa que planta, en el caso de pino radiata, un 100% con clones, lo que representa la punta de lanza de la tecnología forestal actual. Pero no nos podemos quedar ahí: ahora estamos avanzando en edición del genoma y selección de genes, porque el futuro exige mucho más que árboles productivos; exige árboles resilientes”.

Balocchi advierte que los eventos extremos serán cada vez más frecuentes: “No nos podemos conformar con que los árboles crezcan menos si llueve poco. Tenemos que encontrar mecanismos fisiológicos que les permitan seguir creciendo, aun con menos agua, y también evitar que las nuevas plagas destruyan nuestras mejores variedades. La genética puede salvar esos clones valiosos”.

Los árboles del mañana

La plataforma de ingeniería genética forestal que han lanzado la UdeC y ARAUCO es única en su tipo en Chile. En concreto, su misión es ambiciosa: identificar genes con potencial de resistencia al estrés hídrico, validarlos en especies modelo y transferir ese conocimiento a árboles como el pino y el eucaliptus. Todo eso, mientras se forma capital humano de excelencia en biotecnología.

Sofía Valenzuela, directora del laboratorio de Genómica Forestal, explica que “queremos validar genes que confieran tolerancia al estrés hídrico, primero en plantas modelo como arabidopsis y luego en especies como el álamo y eucaliptus. La meta es contar en 5 a 10 años con una plataforma que permita generar árboles más sanos y productivos, capaces de crecer en condiciones cada vez más exigentes”.

A lo anterior, Paula Aguayo, investigadora postdoctoral del proyecto, complementa que “la idea es que estos genotipos puedan ser plantados en condiciones de estrés hídrico, en zonas por ejemplo de secano, y que produzcan la misma o mayor cantidad de biomasa o de celulosa que otros genotipos que no tengan la misma tolerancia”.

La academia y el futuro

Más allá de lo técnico, la colaboración universidad–empresa también busca un efecto social. Ximena Gauché, vicerrectora de Relaciones Institucionales de la UdeC, destaca el rol formativo: “Esperamos que este trabajo impulse la creación de capital humano avanzado, a través de tesis, posgrados y experiencias colaborativas. La sostenibilidad requiere profesionales comprometidos con los desafíos del presente y del futuro”.

Para Mandiola, en este camino la colaboración es fundamental: “la academia puede avanzar hasta cierto punto sola, y la empresa también. Pero si caminamos juntos, vamos más rápido, con más impacto, y con más valor para el país”.

Para los expertos, la clave está en que la ciencia no sólo debe anticiparse al colapso, sino que debe llevarnos hacia soluciones para escenarios futuro. Porque si alguna vez llegamos a preguntarnos qué haríamos sin madera, lo ideal es que la respuesta ya esté creciendo en nuestros laboratorios.

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