El Ruil: Una especie que Chile no puede perder
Biodiversidad-
¿Qué pasaría si, producto de un desastre natural o la acción humana, perdiéramos para siempre a la especie más antigua y emblemática de los Nothofagus?
Imaginemos la Tierra hace 200 millones de años, dominada por el supercontinente Gondwana, un vasto territorio que unía Sudamérica, África, Australia, Zelandia, India, Madagascar y la Antártica. Fue en este rincón antártico donde, hace 80 millones de años, surgieron los primeros Nothofagus, una familia de árboles que se dispersó por Gondwana y, tras su fragmentación, evolucionó en el cono sur de Sudamérica en más de 10 especies únicas. Entre ellas, el ruil destaca como una de las más primitivas y fascinantes.
A lo largo de las oscilaciones climáticas de la historia, el ruil encontró su hogar en la región del Maule, donde se convirtió en una especie endémica, exclusiva de esta zona y sin presencia natural en ¡ningún otro lugar del mundo!
Sin embargo, la especie prospera en climas más húmedos y fríos que el del territorio en el que actualmente habita, según explicó Pablo Ramírez de Arellano, investigador en Manejo Ecosistémico de la empresa ARAUCO. Una de las razones se relaciona con que su capacidad de expansión se ha visto limitada por el tamaño de sus semillas, que no pueden ser dispersadas por el viento a grandes distancias. “Esto ha dejado al ruil «atrapado» en las laderas más frías y húmedas de la Cordillera de la Costa, sin capacidad de avanzar hacia el sur a medida que el clima se ha ido tornando más cálido, aumentando su exposición a las amenazas ambientales” sostuvo el Ramírez de Arellano.
CONSERVACIÓN Y AMENAZAS
A lo largo de su historia el ruil ha enfrentado múltiples desafíos. La expansión de terrenos agrícolas, especialmente para el cultivo de trigo, redujo drásticamente su hábitat. Además, durante los siglos XIX y XX, su madera, altamente valorada para la construcción de embarcaciones, fue explotada intensivamente. En las últimas décadas, el fuego se ha convertido en su mayor enemigo, con incendios forestales como el de 2017 que devastaron gran parte de su ya restringido hábitat.
Actualmente, diversas iniciativas buscan proteger y restaurar el ruil. El Plan para la Recuperación, Conservación y Gestión de Especies, RECOGE, del Ministerio del Medio Ambiente, desarrollado en colaboración con instituciones públicas, privadas y académicas, incluye medidas como reforestación y creación de áreas protegidas.
La firma forestal es parte de la iniciativa y conserva más de la mitad de las poblaciones mundiales de ruil en sus Áreas de Alto Valor de Conservación (AAVC), convirtiéndose en un actor clave en el plan de recuperación de las poblaciones y fragmentos afectados por los incendios de 2017. “Estas acciones incluyen control de especies invasoras, colecta y viverización de semillas, y plantaciones en fragmentos remanentes desde Curepto hasta el sur de Empedrado” precisó Pablo Ramírez de Arellano.
PROPAGACIÓN Y RESTAURACIÓN
Para enfrentar los efectos del cambio climático, se está implementando la migración asistida, un innovador proyecto que busca establecer poblaciones de ruil al sur de su distribución actual, garantizando su supervivencia a largo plazo.
“Estamos trabajando en coordinación con diversos actores para fortalecer la conservación del ruil, especialmente en áreas sin suficiente protección, como las propiedades de pequeños y medianos propietarios. Este esfuerzo complementa los avances del Estado y las acciones de empresas certificadas como ARAUCO”, señaló Ramírez de Arellano.
En esta estrategia, ARAUCO a través de su Vivero Quivolgo en Constitución, lidera un programa de propagación de ruil a partir de semillas. Este esfuerzo no solo apoya la restauración de fragmentos remanentes en el Maule, sino que también busca establecer poblaciones fuera de su rango actual, ampliando su área de distribución y preservando su diversidad genética.
Leonardo Velis, jefe de Cultivo en Vivero Quivolgo, detalló las dos líneas de trabajo que impulsa la firma forestal para salvar a la especie. “La primera se centra en la restauración de las Áreas de Alto Valor de Conservación de la empresa en donde protegemos al ruil. Para ello, recolectamos semillas en estas áreas, las identificamos por su origen, codificamos, y luego las almacenamos, limpiamos y propagamos en el vivero para luego restaurarlas en dichas zonas”, explicó Velis.
La segunda línea de trabajo es un proyecto colaborativo, enfocado en la migración del ruil a nivel nacional. “Su objetivo es identificar zonas climáticas en Chile donde esta especie pueda establecerse, garantizando su continuidad ante posibles cataclismos o daños en la región del Maule que amenacen su supervivencia y la lleven a la extinción”, aseguró el jefe de Cultivo del Vivero Quivolgo.
El profesional destacó que las semillas recibidas en el vivero son recolectadas de forma específica, seleccionando individuos con características poblacionales y aislamientos particulares. Estas semillas se propagan y establecen en nuevos lugares, con el propósito de crear el hogar del futuro que asegurará la supervivencia de esta especie y la protegerá de los desafíos que amenazan su existencia.
De esta forma, actores como ARAUCO buscan garantizar la representación de la diversidad genética del ruil fuera de su rango actual de distribución, con el objetivo de permitir que esta especie única pueda seguir adaptándose al clima y desplazándose de norte a sur, siguiendo al clima milenio tras milenio y pueda continuar siendo un símbolo de resistencia y adaptación.
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UN FÓSIL VIVIENTE
El ruil está estrechamente relacionado con restos fósiles de Nothofagus encontrados en la Antártica. Este árbol no sólo es un testimonio de la evolución de los ecosistemas, sino que también es clave para estudios científicos que buscan comprender la dinámica de conservación en un mundo en constante cambio. Por su valor ecológico y cultural, el ruil fue declarado Monumento Natural por el Estado chileno en 1995.
CARACTERÍSTICAS ÚNICAS
El ruil puede alcanzar los 30 metros de altura, con una corteza grisácea, agrietada y salpicada de manchas blancas. Sus hojas, de un verde vibrante, se tornan café rojizas antes de caer en verano, renaciendo en agosto. Durante la primavera, sus flores masculinas y femeninas, distribuidas en distintas partes del árbol, se fecundan gracias al viento, dando lugar a frutos y semillas cuya germinación natural es compleja debido a las condiciones de su entorno.