La Noche del Cinsault celebró su 8vo aniversario
Compromiso LocalCada año este evento mantiene vivo el espíritu del Itata, un valle que sigue conquistando paladares y dejando huella en la historia del vino chileno
Bajo un cielo estrellado y entre viñedos que cuentan historias centenarias, la Viña Cucha-Cucha de ARAUCO fue nuevamente el escenario de la Noche del Cinsault, un evento que cada año celebra la riqueza vitivinícola del Valle del Itata. En su octava edición, la cita no solo reafirmó el carácter patrimonial de esta cepa, sino que también consolidó el papel de la región de Ñuble como un epicentro de enoturismo y tradición.
El Valle del Itata fue testigo de la llegada de las primeras vides hace más de 500 años, un legado que los vinicultores locales han sabido preservar con esfuerzo y dedicación. La Noche del Cinsault no solo rinde homenaje a esa herencia, sino que abre las puertas a turistas nacionales e internacionales para descubrir los matices y sutilezas de este vino de identidad única.
Óscar Crisóstomo, gobernador de Ñuble, destacó el impacto del evento en la valorización de los vinos del valle: “Esta es una oportunidad extraordinaria para que más personas descubran el tremendo producto que tenemos en nuestra región, un vino que durante años estuvo fuera del radar, pero que hoy vive un renacimiento”. La autoridad también destacó que esta visibilización no sería posible sin el esfuerzo conjunto entre el sector público y privado, un trabajo sostenido en alianza con la empresa ARAUCO.
A estas palabras se sumó Nicolás Torres, alcalde de Ránquil, quien enfatizó la importancia de estas alianzas para el desarrollo local. “Esta unión genera beneficios para nuestra gente. Las viñas del Valle del Itata necesitan este apoyo, y estamos agradecidos porque la empresa se ha preocupado de levantar las viñas, de catalogar los vinos y de visibilizar nuestros emprendimientos. Esto es una gran vitrina para nuestra comunidad”, sostuvo el edil.
Desde ARAUCO, Guillermo Mendoza, subgerente de Asuntos Públicos, habló sobre la apuesta de la compañía por la valorización del patrimonio vitivinícola y cultural de la región: “Queremos que conozcan el Cinsault, que lo aprecien. Es un vino distinto, un vino único. Pero no solo eso: también queremos resaltar la gastronomía, la artesanía. Hay una serie de elementos que forman parte de esta identidad que queremos contribuir a difundir, porque creemos que juntos potenciamos con mayor fuerza el desarrollo local”.
Acompañados de música y un ambiente festivo, la jornada reunió a productores y emprendedores de Ránquil, Coelemu, Portezuelo y Quillón, quienes no solo deleitaron a los asistentes con sus vinos, sino que también les invitaron a sumergirse en la riqueza gastronómica y artesanal del Valle del Itata.